El día de ayer comenzó el XI Período de Sesiones
del Foro Permanente sobre cuestiones indígenas.
Tendrá duración del 7 al 18 de Mayo en Nueva York. Unos de los temas
principales para el año: “La doctrina
del descubrimiento: su repercusión duradera en los pueblos indígenas y el
derecho a recibir reparación por conquistas del pasado (artículos 28 y 37 de la
Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos
indígenas)”.
La declaración del caucus de Latinoamérica estuvo a
cargo de Hortencia Hidalgo Caceres, aymara de Chile de la Red de Mujeres Indígenas
sobre Biodiversidad de América Latina y el Caribe.
Foro
Permanente para las Cuestiones Indígenas
11º
período de sesiones
Nueva
York, 7 a 18 de mayo de 2012
Declaración
de los Pueblos Indígenas del Abya Yala
El Abya Yala es la cuna de grandes civilizaciones
que legaron al mundo valiosos conocimientos –alimentos, tecnologías, formas de
organización social y política, culturas– que aún hoy causan asombro. Un
proceso único y propio que fue interrumpido con la invasión europea en 1492.
Despojados, perseguidos, masacrados en trabajos
forzados, prohibidos de usar nuestras vestimentas e idioma, de practicar nuestra
espiritualidad, los pueblos indígenas, sin embargo, resistimos. Conservamos
principios y prácticas ancestrales como la reciprocidad y la complementariedad,
nuestra identificación con la Madre Tierra, nuestros sistemas propios de
trabajo y economía colectivos, de organización social, nuestros sistemas de
autoridades y de justicia, nuestra cultura.
Para invadirnos, someternos, saquearos y diezmarnos,
los conquistadores europeos se valieron de dos instrumentos, la cruz y la
espada, para imponer su doctrina: un solo dios, un solo rey. Obtuvieron una
bula papal que les otorgaba estas tierras con la condición de “evangelizar” a los
indígenas (extirpar idolatrías). E inventaron el racismo, el criminal concepto
de razas “superiores” e “inferiores”, sustento ideológico de ese y posteriores
genocidios.
Ese es el cruel origen del capitalismo, el período de
acumulación de capital. Pero la colonización iniciada hace quinientos años
continúa hasta hoy. En América, tras las independencias formales, las
repúblicas mantuvieron las instituciones coloniales. Y en las dos últimas
décadas del siglo pasado los poderosos del norte emprendieron la nueva
colonización: la globalización neoliberal.
Nuestros Estados se someten aún más al poder de las
multinacionales, que son las carabelas del presente. En nombre del desarrollo,
reprimarizan las economías, sustentándolas en las actividades extractivas: minería,
petróleo, bosques, agua, bioviversidad y megaproyectos. Esas multinacionales
invaden con apoyo de los Estados nuestros territorios indígenas y criminalizan nuestra
protesta ante esta violación sistemática de derechos.
El nuevo dios y el nuevo rey es el libre comercio.
Nuestra Madre Tierra es maltratada por la minería, por los megaproyectos de
infraestructura diseñados para saquear nuestros recursos. Y en nombre de la
seguridad, en todo el continente se instalan bases militares, nacionales y estadounidenses,
precisamente en los lugares donde están los bienes naturales, que para
Occidente no son más que “recursos estratégicos”, esos que en su mayoría están
en nuestros territorios indígenas.
Este modelo neoliberal extractivista de saqueo y
maltrato a la Madre Tierra no da más: las múltiples crisis que
azotan hoy el planeta: social, cultural, económica, ambiental, de
paradigmas, evidencian los límites de este sistema, incapaz de sostenerse a sí
mismo. Es una crisis de la civilización occidental, en la que el cambio
climático es el síntoma y la consecuencia más evidente.
Para enfrentarlo, los poderosos profundizan aquello
que ha provocado la crisis. Las falsas soluciones basadas en los mecanismos de
mercado. REDD y todas sus variantes, bonos de carbono, mecanismos de desarrollo
limpio, agrocombustibles, energías “limpias”. Y para ello pasan por encima de
nuestros derechos territoriales, a la consulta y consentimiento previo, libre e
informado, a la autodeterminación.
Los Estados hacen cumbres mundiales en la que
nosotros, los pueblos indígenas, que estamos entre los más afectados, no
tenemos espacios reales de participación, y donde las decisiones son tomadas
por los países poderosos, los mayores responsables de la crisis climática, que
ahora nos hablan de desarrollo sustentable y economía verde solo para evadir su
responsabilidad y persistir en sus políticas neoliberales de saqueo y maltrato
a la Madre Tierra.
Frente a ello,
recomendamos a los Estados:
- Respeto y garantía para el ejercicio de los derechos de los pueblos indígenas a la libre determinación, los territorios, los bienes naturales, la consulta y el consentimiento previo, libre e informado.
- Participación, consulta y consentimiento previo, libre e informado para todo programa sobre cambio climático, desarrollo sustentable, proyectos extractivos y de infraestructura que puedan impactar sobre los derechos indígenas.
- Establecer políticas de salvaguardas sustentadas en la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y el Convenio 169 de la OIT para todo programa sobre cambio climático, desarrollo sustentable, proyectos extractivos y de infraestructura que puedan impactar sobre los derechos indígenas.
- Zonificación territorial, económica y ecológica. Intangibilidad de glaciares, cabeceras de cuenca, zonas de alta biodiversidad. Moratoria de las actividades extractivas de nuestros territorios.
- Reconocimiento y protección de los conocimientos ancestrales, con salvaguardas y sistemas especiales de patentes.
- Cambio del modelo neoliberal extractivista y reconocimiento de todas las formas económicas diversas.
- Debate y adopción de una Declaración Universal de Derechos de la Madre Tierra.
Nueva York, 7 de mayo del 2012.
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